Ironías del mundo

No es ninguna novedad decir que el mundo se encuentra colmado de sarcasmos que a muchos dejan desconcertados. Esta realidad nos abre los ojos y nos desvela la existencia de curiosas diferencias entre una región u otra.

Quizá cada país se ciña a las costumbres que componen su folclore, proveniente de distintas generaciones que fueron amoldando la cultura nacional; pero aun así, hay quienes no terminan de admirarse por la maravillosa capacidad de vivir las mismas situaciones, en escenarios distintos.

Ejemplo de lo que digo se torna visible en algunos países como Brasil y Suiza. En la nación sudamericana, sólo los marginales habitan los cerros. Por ser  frecuente el peligro del desprendimiento rocoso de las montañas, nadie desea vivir cerca de éstas. Las personas que ya no tienen lugar en la ciudad, son “arrojadas” a morar en la altura con la incertidumbre de cualquier fenómeno natural. Sin embargo, en el país europeo, el sitio montañoso es reservado para los más adinerados de la región, por la cualidad de poder observar gran parte de la ciudad desde lugares geográficamente elevados. Allí se considera a la vida serrana, la más privilegiada y la relacionan con el poderío de los llamados “señores”.

 Pero no se trata del único caso. Siguiendo con el modelo brasileño, citamos específicamente a Río de Janeiro. En esta ciudad, los más opulentos viven en las proximidades de las playas y en la costa del mar. Los hoteles más lujosos se encuentran en las cercanías de la costanera, lugar estratégico para captar turistas. Este hecho se contrapone a las costumbres de nuestro país. En Paraguay, concretamente en Asunción,  la vera del río es considerado uno de los sitios más peligrosos. Allí habitan personas marginales, constituyendo uno de los barrios más pobres de la ciudad. No existen hoteles, sino casas de madera. Las visitas a esos lugares no se dan a menudo por el peligro que se corre.

Quizá éstas sean algunas de las pruebas más claras de la “teoría de la relatividad” de Einstein.  Todo depende del lugar y de las personas. Mismas realidades, distintos contextos espaciales. Ironías que el mundo cobija en su continuo recorrido por el universo.