Decir que la Facultad de Filosofía es víctima de frecuentes malas decisiones, no es ninguna novedad. Prueba de ello se da en la notoria y comúnmente criticada falta de infraestructura y la novata organización de sus autoridades.
Sacar a relucir las falencias que la opacan, sería redundante, ya que es de común conocimiento la escasez de un buen establecimiento que garantice el correcto desempeño de los alumnos.
Una vez más, una medida tomada sin razón, conmovió a muchos estudiantes ilusionados en culminar la carrera como profesionales en la materia. Me refiero al ilógico fallo a favor de la desanexión de Trabajo Social de la facultad.
Esta disposición es prueba concreta de la ineficiencia de muchos docentes, quienes en lugar de elogiar las oportunidades de estudio universitario de la gente, prefieren rebajar la carrera a nivel de instituto.
Considerando el aumento de interés en esta profesión y el crecimiento estadístico de alumnos en la carrera, podemos decir que la disposición oficial no es fácilmente justificable. Es lamentable tener que ir para atrás cuando ya se ha avanzado bastante. Con esto se demuestra que, a causa de las falaces prioridades autoritarias, la calidad universitaria en filosofía, en lugar de avanzar, retrocede a épocas remotas, aun estando ya AÑOS atrasados.
Otro hecho que descalifica el arbitraje de algunos representantes, es la falta de comunicación, ya que los alumnos no sabían de tal disposición sino hasta la semana pasada. A cualquiera le caería mal enterarse a los ´45 de que va a disminuir su categoría estudiantil.
Con esto no se pretende menospreciar a las instituciones de carreras técnicas, sino que es una mera crítica a las infantiles decisiones de ciertas autoridades que pretenden achicar algo que estaba creciendo.
Los alumnos de la carrera en disputa, se presentaron este miércoles para protestar contra la violación de sus derechos. Trajeron con ellos sus carpas y colchones, quedándose a dormir en el corredor frontal del decanato. Dijeron que no comerían absolutamente nada hasta que se revea la situación de Trabajo Social. Resultado de la protesta: una joven desvanecida ante la falta de alimentación.
Hecho llamativo fue la presencia de una mujer de 54 años, Blanca Cañisá, quien también se unió a la huelga de hambre y accedió a encadenar sus pies. Ella confesó sufrir de presión alta y de otras dolencias, sin embargo, este no fue motivo suficiente para faltar a la protesta.
Ordenemos las piezas que ya tenemos: los alumnos pasan hambre por iniciativa propia, mientras que los académicos pueden comer todo lo que quieran. Los alumnos deciden dormir a la intemperie sufriendo la falta de comodidades básicas, los académicos pueden dormir con aire acondicionado, calefacción y todo lo que tengan. Y me pregunto, ¿quiénes pierden en este caso?, ¿las autoridades? ¡NO! ¡Los estudiantes! ¿Importará a los docentes y miembros del consejo el inmenso sacrificio que realizan los afectados? No lo creo. Entonces, ¿porqué humillarse de esa forma? ¿Acaso carecemos de ideas por eso no se nos ocurre otra cosa que no sea dejar de comer y oprimirnos a nosotros mismos? Qué idea la de auto encadenarse justo en el año del bicentenario en el que festejamos la libertad. ¿Que no querían ser libres? Opresión por cuenta propia.
Esas personas están dejando a sus familias, muchas de ellas, con integrantes enfermos, como el caso de la Sra. Blanca
Lo pieza faltante a este rompecabezas podríamos encontrarla pensando en qué otra forma de protesta más sana y justa podemos practicar. La tarea es complicada, pero podemos intentar liberarnos de esa mente tan cuadrada que nos caracteriza y nos impide mover la materia gris hacia otra dirección.
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