¿Es el liberalismo una solución?

Aparentemente, la teoría del Liberalismo Económico es la ideal para una persono o empresa que desea progresar y ganar a través de sus inversiones. El mercado se sustenta por su propia cuenta; el estado no interviene en él; los negocios progresan gracias a la competitividad existente que al mismo tiempo los va perfeccionando; lo importante es vender; los compradores tienen más opciones. Pero como toda corriente, ésta también posee falencias que se van agravando con las ganas de vender y ganar dinero a toda costa, sin importar los métodos utilizados. 

Ya que el estado no regula ninguna actividad del mercado, los negociantes no tienen límites y cada vez compiten más y más. Esto hace que los mismos busquen técnicas de venta, en muchos casos, injustos para los empleados y trabajadores. Al querer parecer superior en productividad, tienden a poseer más empleados que lo necesario. Éstos perciben un salario pésimo pero se conforman con ello ya que les ayuda a sostener su familia. Es más, hay quienes al pedir trabajo, con la intención quizá de conseguirlo, exigen un salario muy reducido que no llega ni al sueldo mínimo pero que les será suficiente para mantenerse bordeando la miseria.

Los negociadores, por supuesto, aparentando preocuparse por su necesidad, aceptan la propuesta. De esta manera las empresas van creciendo cada vez más, ganando mucho más de lo necesario,  explotando a los trabajadores que no cobran lo justo, opacando a las empresas más reducidas y acaparando la mayor parte del mercado. Así se va acrecentando la clase capitalista valiéndose del esfuerzo de los más pobres.

Esto y mucho y más surgen a consecuencia del liberalismo, en donde el estado no se mete ni pone límites para igualar a todas las empresas y producir mayor calidad de bienes.

Pero si el gobierno tiene potestad absoluta sobre el mercado, tampoco funcionaría de forma ideal. Las empresas otorgarían malos servicios a los ciudadanos a raíz de no poseer competencia.

La solución a todo esto sería la intromisión moderada del estado, anteponiendo límites a todo tipo de negocios y negociantes para impedir la mala distribución de las ganancias del mercado y aportar a la aparición de nuevos servicios y mejor calidad de los productos.